sábado, 4 de abril de 2009

¿Quiénes son los niños?

1. ¿En qué porcentaje es llevada a la práctica la metodología del aprendizaje cooperativo en nuestra Comunidad Educativa?


Creo que la respuesta sería demoledora para las expectativas de la escuela integradora. Quiero ser sensato y observar a distancia del pesimismo y el optimismo a la hora de analizar este tema. Veamos.


2. ¿Es posible que funcione una empresa en nuestro mercado actual sin trabajo colaborativo?


Supongo que una cuadrilla de albañiles, un equipo de redacción, una junta directiva, una dotación policial o un grupo de programadores informáticos funcionan de forma colaborativa. En cualquier caso, el trabajo en equipo es algo común al mundo empresarial e institucional en la actualidad laboral.


3. ¿A qué viene tanto escándalo con el tema del fracaso escolar?


La mayoría del profesorado no conoce, rechaza o no se ha planteado la posibilidad del aprendizaje cooperativo en la escuela pública secundaria. Y los jóvenes que acceden al mundo laboral desde nuestros centros de enseñanza no tienen incorporada esa dinámica.


Lo que no tiene sentido es que la mayoría del profesorado base su metodología en la transmisión magistral de conocimientos y su evaluación en la capacidad del alumnado en superar exámenes memorísticos. Sin embargo, la práctica laboral en el futuro de los niños y niñas de nuestro país estará relacionada con una serie de competencias sociales, culturales y técnicas. Los niños son pequeños, pero no son tontos. El mundo que ven y con el que interaccionan está en un lugar muy diferente al lugar donde acuden de lunes a viernes para supuestamente aprender.


Para mí nuestro fracaso escolar es normal, lo sorprendente sería que hubiera buenos resultados. Ya no hay que referirse a los finlandeses o los holandeses. El Reino Unido ya cambió el sistema educativo que nuestro profesorado y la Administración aún mantienen en España (espacios, tiempos, métodos y evaluaciones diferentes).


4. ¿Quiénes son los niños?


No voy a darle vueltas al patético estado de la Administración Educativa, bastante podredumbre y corrupción tenemos en el mundo institucional y político para removerla. Pasaré directamente al análisis de nosotros, los profesores.


En el mejor de los casos, el tejido colaborativo se establece en el plano afectivo. Así pues, en ese caso no tan negativo, los apoyos puntuales entre el profesorado se da de forma no programada, según las simpatías, lejos de la profesionalidad. Sin embargo, para que existiera un programa serio y contextualizado para la práctica educativa en los centros de enseñanza, habría que trabajar en equipo de una manera profesionalizada.


Miro a un lado, miro a otro lado... No lo veo por ninguna parte.


El profesorado no quiere cambiar. No quiere que cambien sus horarios, ni quieren formarse en serio, más allá de los cursos o proyectos que se generan exclusivamente para la acumulación de puntos que valdrán en los concursos de traslados y en los concursos – oposición.


Si el profesorado se comprometiera a trabajar en equipo, habría que reunirse (como se hace en cualquier empresa), contrastar, escuchar, programar en grupo y formarse: conocer la legislación y aplicarla. Con la última Ley Orgánica de Educación se ha basado el aprendizaje en una serie de competencias básicas. Si usted no es profesor y está leyendo esto, pregúntele a varios profesores de qué van esas competencias, qué son, cuáles son, cómo se van a enfocar... No lo saben.


Por otra parte, pregúnteles qué opinan de la Pedagogía. Yo he visto a menudo a profesores reírse a dos carrillos de la pedagogía. Nunca he visto a un médico mofarse de las teorías de la medicina o de las investigaciones en marcha. Nunca he visto a un abogado reírse del derecho procesal o penal. Nunca he visto a un técnico en aire acondicionado burlarse de los gases que se usan para los sistemas de refrigeración.


¿Por qué los profesores nos reímos de nuestra herramienta de trabajo? En caso de abordar la pedagogía, habría que empezar a autoevaluarse, cuestionar el aprendizaje puramente memorístico, las clases magistrales y el sistema de deberes para casa (que está claro que no funciona). Habría que empezar a estudiar y comprender el comportamiento de los adolescentes. Habría que llegar a saber qué es para ellos un aprendizaje significativo.


No he dicho casi nada del aprendizaje cooperativo, pero es que no existe apenas el trabajo colaborativo previo entre el profesorado ni la formación en pedagogía. Nadie se mete en lo que hacen los demás, hagan lo que hagan. Las Reuniones de Departamento a veces sirven para preparar los viajes de las próximas vacaciones o para tomarse un café en el bar. Las ETCP casi nadie sabe para qué sirven, puesto que casi nadie cree en la pedagogía ni la conoce, con lo que ¿cómo nos vamos a coordinar pedagógicamente? Los equipos educativos, cuando se reúnen, tratan sobre cómo separar a Fulanito y Menganito porque hablan mucho (lo que me sorprende es que no se decida cortarles la lengua, ya que el tema es que no hablen).


No hay compromiso con nuestra profesión. No hay profesión. Veo en el profesorado a un montón de niños mayores con aspecto de adultos. Movidos por su capricho. Protegiendo sus privilegios. Veo que quienes luchan por una educación mejor se mueven aislados, quemando y quemando los años hacia la enfermedad laboral.


Cuando entro en un aula la vida cobra sentido. El trabajo se reparte con entusiasmo, los productos escolares se terminan con amor. La escucha hacia el otro termina practicándose. Los conflictos crecen hacia el compañerismo, que toma su lugar...


Cuando entro en una sala de profesores, pienso en el envejecimiento y la muerte, en la frustración y en el aguante del dolor, en la agresividad y en la psicosis.


El individualismo ha ganado la batalla hace ya tiempo. Suelo caer enfermo siempre que comienzo unas vacaciones. Me he quemado un poco más. Y juro que busco apoyos, pero el sistema es un rodillo. En este país sólo se funciona en equipo cuando hay que echar a Napoleón de nuestras tierras y evitar que sus soldados violen a las mujeres y saqueen nuestros bienes. Si pongo el telediario escucho que somos un país del primer mundo:


No piensan igual los extranjeros de Europa, Japón o Estados Unidos que viven aquí por una temporada.


Me acuerdo de los intelectuales finiseculares españoles y de que la historia los aplastó a todos con la llegada de los fascismos y la guerra. La Misiones Pedagógicas de la II República fueron un espejismo.


Cuando termine Semana Santa continuaré basando el aprendizaje de mis alumnos en las aulas en la cooperación y en los productos significativos derivados de los temarios. Supongo que seguiré chocando con todas las paredes del resto del centro cuando salgo de esas aulas.

1 comentario:

  1. Muy bueno lo de la sala de profesores. Si te sirve de consuelo te diré que la apatía y la actitud de abnegación y sufrimiento ante el trabajo no es exclusiva de nuestra profesión. Las salas de enfermeras son también insufribles. (No sé si te dije que hace años trabajé de auxiliar se enfermería).

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